Estaba el otro día desayunando con mis compañeras de oficina, que me tratan de lujo. Me encontraba de un humor excelente, porque después de haberme reenganchado a mi oficio de toda la vida las ganas de molestar se me habían rebajado notablemente. Sí, amigos, el nuevo trabajo funcionaba en mí como un Hemoal contra las hemorroides morales que la España en crisis me provocaba, aunque a mí no me diera la gana mantenerlas en silencio. Qué tiempos.
De todos modos, como ya no estábamos en crisis, o casi (así se lo había escuchado decir durante los días anteriores al Presidente y sus corifeos), mi egoísta y acomodaticia conciencia parecía conformarse con mi nuevo estado sin hacerse más preguntas. Ahora ya me podía sentar cómodamente a tomar el montadito de las once y cuarto. Sin que me doliera el culo.
Pero, de pronto, alguien habló de la señora de la limpieza, una mujer cubana con nombre y cortesía de princesa árabe que dos o tres veces por semana se pasa por la oficina para sacarla brillo. Yadira tiene ya los suficientes años para no asustarse de nada, pero hasta hace poco tuvo que dormir durante varios meses en el coche. Su marido había perdido el empleo, y a ella se le cerraron un montón de puertas que antes la reclamaban. Después de más de una década en España, un viejo utilitario aparcado en la calle se convirtió en su residencia multiusos.
Ahora le va mucho mejor, porque sus maltratados huesos ya han encontrado una cama sobre la que descansar. Eso sí, en un pueblo de Toledo desde el que tarda en llegar a su trabajo en Madrid casi tanto tiempo como lleva volar desde La Habana a Barajas. ¿Ven como es verdad que vamos mucho mejor? Más tranquilo, le di otro mordisco al bocata.
También me alegro un montón por todos esos chavales y no tan chavales que, guiados por su espíritu aventurero, como nos reveló hace un par de años un alto cargo del Gobierno, se habían marchado de España entre 2008 y 2013 (unos 220.000, según datos publicados en mayo de 2014) de acuerdo con los datos del Instituto de la Juventud de España –Injuve-. También ellos, mientras recogen cada tarde los restos de los banquetes de comida rápida de un restaurante de Londres o Berlín, estarán de acuerdo (porque sin lugar a dudas se trata de la generaciónmejorpreparadadelahistoriadeEspaña) en que su país va mucho mejor. Para eso también sirven los estudios, para saber reconocer lúcidamente los paisajes que te rodean, digo yo.
Y es que, ¿quién puede dudar de que 2014 ha sido un gran año para España? No, desde luego, todos esos españoles que han encontrado por fin un trabajo. Cierto es que por 600 o 700 euritos al mes. Pero, como ya dijo hace poco otro alto cargo de éste nuestro Gobierno, “no hay trabajo más precario que el que no se tiene”. ¿Lo ven? Es que somos de un conformar muy jodido, y no agradecemos lo que tenemos. Qué país. ¡Si hasta estando gordos como peonzas nos quejamos de pasar hambre!
Por eso, y con muy buen criterio (como diría un pelotillero cuadro medio de esos que transmiten a los currelas las ridículas órdenes del jefe), nuestro Gobierno se ha visto obligado hace poco a aprobar una ley contra las subversivas protestas de los inconformistas de siempre, los que protestan por todo, por armar jaleo. Y encima la han llamado ley mordaza, los listillos de guardia. No te jode. Pues que sepáis que se os ha acabado ya la juerga, así que dejad de montar follones y aceptar esos currelos de recuperación que se os van a ofrecer en los próximos meses, que serán los de la resurrección definitiva de la marca España.
Así que me despido, deseándoles un muy feliz nuevo año y mucho más reconfortado por lo que nuestros mandatarios proclaman y los valientes medios de comunicación que comen de sus aparatos difunden. Todo va mejor. Que no hagan caso de los provocadores y levantiscos de turno mis conocidos y familiares que acaban el año igual que lo empezaron: sin trabajo ni esperanza, hechos una mierda.
Porque muy probablemente -si es que se lo merecen, que nunca se sabe- les aguarde a lo largo de los próximos 365 días la recuperación en formato de 600 o 700 pavos. En las urnas se lo agradeceremos, si es que las vuelven a poner, porque al paso que vamos… ¡Y ni falta que hace, coño! Total, ya estará ahí el FMI, como en Grecia, suspendiendo las ayudas hasta saber que votamos al Gobierno correcto. Si es que, como dijo aquél, no se nos puede dejar solos…
PD: Como ya habrán podido disfrutar, las viñetas que ilustran este contracuento navideño son obra del gran Chumy Chúmez, tan de rabiosa actualidad como siempre lo están los grandes.
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